viernes, 14 de septiembre de 2007

Ver para conocer

El siguiente es un artículo de Phelim McAleer, realizador del documental "Mine your own business", film de bajo presupuesto que desenmascara la desinformación, manipulación ideológica e hipocresía de activistas que se oponen a la apertura de yacimientos en países en vías de desarrollo.
Consultar el vínculo clickeando en "Ver para conocer" para acceder al documental.



El nuevo enemigo mundial de los Pobres:

Los Ambientalistas


En Rumania, apoyan el 70% de desempleo, las dependencias, carruajes tirados por caballos y pobreza.

Phelim McAleer

Los mineros de Colorado han luchado larga y duramente por su derecho a organizarse y tener seguras condiciones de trabajo. Muchos han pagado con su vida en esta lucha. Algunos fueron víctimas de los escasos estándares de seguridad que solían caracterizar la industria, mientras otros murieron en sangrientas confrontaciones cuando los dueños de las minas rápidamente contrataron ejércitos privados para enfrentar a los trabajadores problemáticos.

Siendo un periodista liberal* europeo, estas historias me eran familiares y sabía también, como mineros de Europa enfrentaron batallas similares para mejorar sus vidas en el trabajo. Estas luchas han significado que los mineros hayan tenido siempre un estatus especial para nosotros los izquierdistas. Eran una raza superior que peleaban por ellos mismos y por los derechos de todos los trabajadores.

Sin embargo, en mi más reciente trabajo periodístico, he descubierto que hay una nueva amenaza para los mineros, sus familias y sus comunidades más grandes. Esta amenaza no proviene de ladrones influyentes que fuman puros y toman champagne. La minería es ahora uno de los negocios mas regulados en el mundo. Los Bancos no prestaran, las compañías aseguradoras no cubrirán y los gobiernos no darán licencias a empresas que quieran aperturar minas inseguras o contaminantes.

En su lugar, he descubierto que la amenaza más grande para los mineros y sus familias viene de una elite de ambientalistas occidentales.

El descubrimiento ha sido particularmente estremecedor porque he sido siempre un ambientalista de corazón. Quiero proteger el planeta para las futuras generaciones. Quiero asegurarme de que la industria limpie lo que ensucia y haga más el bien que el daño.

Mi admiración por los ambientalistas comenzó a declinar cuando tuve la suerte de ser enviado a Rumania como corresponsal extranjero para el Financial Times. Allí cubrí una campaña de los ambientalistas occidentales en contra de una mina propuesta en Rosia Montana en la región Transilvanica del país.

Era la historia usual. Los ambientalistas contaban como Gabriel Resources, una empresa minera canadiense, iba a contaminar el ambiente y reubicar por la fuerza a los pobladores antes de destruir su salvajismo primigenio. Pero cuando fui a ver la comunidad por mi mismo, encontré que casi todo lo que los ambientalistas estaban diciendo sobre del proyecto era engañoso, exagerado o simplemente bastante falso.

Rosia Montana era ya una comunidad altamente contaminada debido a los 2000 años de minería en el área. La empresa minera de hecho, planeaba limpiar el desorden existente. Y los pobladores, en lugar de ser reubicados por la fuerza como los ambientalistas afirmaban, estaban haciendo cola para vender sus decrepitas casas a la compañía, la que estaba pagando muy por encima del precio de mercado.

Fue sorprendente que los ambientalistas mientan, pero la parte mas impactante estaba por venir. Cuando hable con los ambientalistas occidentales, rápidamente emergió que querían cerrar la Mina porque sintieron que el desarrollo y prosperidad arruinaría el “idílico” estilo de vida rural de estos felices campesinos.

Este “estilo de vida” incluye 70 por ciento de desempleo, dos tercios de la población no tiene agua corriente, y la mayoría de los lugareños tiene que usar dependencias en invierno, cuando la temperatura puede caer a 20 grados centígrados bajo cero (menos de 4 Fahrenheit). Un ambientalista (extranjero por supuesto) trato de persuadirme de que los lugareños en realidad prefieren montar caballos y carruajes antes que manejar un auto.

Por supuesto, los pobladores de Rosia Montana querían una vida moderna – exactamente como el resto de nosotros. Querían baños privados y buenas escuelas y atención medica que la gran inversión y los nuevos trabajos traerían.

Cuando deje el Financial Times, la difícil situación de estos pobladores nunca me dejo realmente. He cubierto muchas tragedias e historias infortunadas como periodista, pero nunca había cubierto una situación donde la solución a la pobreza tiene su oposición en educados Occidentales que piensan que la gente realmente es “pobre pero feliz.”

Cuando un representante de Gabriel Resources me pidió escribir un folleto acerca del proyecto, decliné. Pero sugerí que si ellos no interferían editorialmente haría un documental.

Reuní fondos extras y el documental Mine Your Own Business se estreno el Martes en el Denver Gold Forum en el Hyatt Regency Hotel in Denver. El film impactará e incomodará a aquellos que, como yo, incuestionablemente creyeron que los ambientalistas eran una fuerza del bien en el Mundo.

En el proceso de producir Mine Your Own Business, comencé a mirar más allá de Rumania y encontré un patrón similar en comunidades muy diferentes en África y Sudamérica.

Es una pena que mis compañeros izquierdistas y ambientalistas, que frecuentemente vienen de los países mas desarrollados, estén ahora tan en contra del desarrollo.

Lo que no es triste -sino trágico- es que los verdaderos perdedores en este choque de culturas e ideologías son algunas de las personas más pobres en el planeta.

*El término liberal significa en Estados Unidos casi exactamente lo contrario que en América Latina.

Traducción: Edwar Escalante

Phelim McAleer es un periodista irlandés, realizador de documentales y Asociado en el Moving Picture Institute (www.thempi.org) y Director del nuevo documental, “Mine Your Own Business.” Contáctelo en www.mineyourownbusiness.org

Este artículo apareció originalmente en el Rocky Mountain News, 23 de Septiembre, 2006.